-No insista Señora, deje usted de mirarme así.
Desde el otro lado del cristal, ella no dejaba de observarle y su mirada le seguía y él, avergonzado por su descaro apartó su mirada de ella y es que era tan hermosa...
-Lo siento-, le dijo. Y se alejó de aquel escaparate azorado y cabizbajo.
A diario tenía que pasar por aquella corsetería y aquella joven nueva le intimidaba desde hacía unos días, otras no le habían producido ese efecto, pero es así el misterio del amor que en su caso no sería correspondido, aunque siempre podría pedirle el cartel a la dueña de la tienda una vez la hubiera sustituido por otra foto.
A diario tenía que pasar por aquella corsetería y aquella joven nueva le intimidaba desde hacía unos días, otras no le habían producido ese efecto, pero es así el misterio del amor que en su caso no sería correspondido, aunque siempre podría pedirle el cartel a la dueña de la tienda una vez la hubiera sustituido por otra foto.
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